Resumen de investigación
La relevancia de la cerámica precolombina en la integración regional del NOA
Indagación sobre la morfología de las vasijas cerámicas y la iconografía presente en su estructura.
En el presente trabajo desarrollaremos la iconografía cerámica y en metal del NOA (noroeste argentino) principalmente de la Aguada, entidad cultural que tuvo una duración aproximada de 300 años, desde el año 650 d.C hasta el año 950 d.C, desarrollándose entre las provincias de Catamarca y la Rioja. Desde el punto de vista de la formación regional del NOA, la cultura de la Aguada tuvo claras influencias de grupos que le antecedieron, en la región, del los que se destacan Condorhuasi, Ciénaga y La Candelaria, esté último llegó a ser contemporáneo. Debido a este aspecto, nos proponemos relacionar el bien cultural seleccionado de la Aguada, con otros bienes cerámicos de las culturas que anteriormente nombramos, debido a su relación morfológica como funcional dentro del orden social y la práctica ritual.
Del mismo modo, y teniendo en cuenta que la cultura de la Aguada se encuentra en el ápice del arte precolombino del NOA, nos proponemos relacionar la iconografía de la Vasija de la Aguada con la que se presentan en sus producciones en metal; las placas que manifiestan el máximo punto de desarrollo tecnológico y artístico que manifestó dicha cultura. Podemos situar la cultura de la Aguada como parte del período agroalfarero medio, entre el año 650 y 1000 d.C, período caracterizado fundamentalmente por la expansión ideológica y la evolución técnica de las artes, con respecto al anterior período, el agroalfarero temprano, del que forman parte las culturas de Condorhuasi, Ciénaga. Está notable expansión de la expresión ideológica se fue dando de forma progresiva y permanentemente en los diferentes bienes culturales, desde el arte rupestre y el tallado de huesos, hasta los más destacados, las piezas cerámicas y las placas de metal, fundamentalmente empleados en la practica ritual, los sacrificios y las ceremonias, empleando diversos bienes santuarios y alucinógenos derivadas de plantas psicoactivas como el cebil, con el fin de mantener el vinculo con lo sagrado y lo sobrenatural. Este tipo de ceremonias se practicaban esencialmente con dos fines; “alrededor del culto y la mitología hacia el jaguar, de lo que se ha denominado “complejo de transformación chamánica, y la practica del sacrificio humano de niños/párvulos mediante la decapitación, práctica que se llevaba a cabo como parte de culto al “Dios Degollador”.
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