Resumen de investigación
Situada en el noroeste de la cuenca de México, dentro de un
pequeño valle con elevaciones que varían entre los 2400 y 3.100 msnm, la ciudad de Teotihuacan es reflejo del modelo y la cosmovisión del altiplano mesoamericano que tuvo su origen a fines del preclásico superior y principios del período clásico. El surgimiento de la gran urbe puede explicarse gracias a las diversas investigaciones llevadas a cabo en la región de Teotihuacan y zonas aledañas, que explican los movimientos migratorios de las poblaciones del altiplano en relación a los movimientos sísmicos y las erupciones volcánicas. En relación a las fechas obtenidas de las erupciones, puede concluirse que el movimiento poblacional hacia Teotihuacan se efectuó en oleadas y en tres etapas. La primera se dió por las erupciones del Popocatépetl, siendo estas poblaciones las primeras en la zona hacia el primer siglo d.C y por lo tanto, las encargadas de erigir las grandes pirámides y el diseño de la cuadrícula de la ciudad.
El siguiente movimiento se dió hacia el año 200 d.C y corresponde a la población desplazada del área de Popilejo; por último, hacia el año 300, las erupcionesdel Xitle movilizaron una tercera oleada que contribuyo al desarrollo, construcción y poblamiento de Teotihuacan, la cual llego a la cifra de 90.000 habitantes.
Dentro de este marco de movimientos derivados de las actividades volcánicas, Teotihuacan se nutrió de un desarrollo cultural heterogéneo devenido de la crisis poblacional que movilizó el centro de México, y del cual el arte se convirtió en un elemento esencial en la unión de las diversas poblaciones, junto con el control de los flujos de intercambio dentro del mercado de la obsidiana.
El carácter volcánico y eruptivo estará presente en las máximos principios del cosmos Teotihuacano. El carácter sagrado de la ciudad, que tiene a la pirámide del Sol como parte del Axis mundi, y a Tlatóc, la deidad más significativa del universo Teotihuacano ponen en manifiesto este principio. Sin referencias en el período preclasico, Tlatoc se convirtió desde la fase Teotihuacana en una de las deidades más relevantes del mundo mesoamericano. De carácter dùal, Tlatoc era considerado por un lado el dios del agua y de la lluvia y por otro el dios del fuego y de la lluvia de fuego que cae del cielo, los relámpagos y los rayos. El mensaje sagrado del Dios de la lluvia de fuego representa en Teotihuacan su aspecto más relevante, sin comparación en mesoamerica, y nuevamente en relación a los movimientos derivados de las erupciones volcánicas.
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